Gráfico
1.
Indicador de la confianza política. Fuente: Centro de Investigación
Sociológica.
La transparencia,
lejos de ser una utopía, lejos de ser un valor subjetivo vinculado a la
moralidad, a la ética o a la justicia, es una realidad, es tangible, científicamente
evaluable y fácilmente contrastable. Los indicadores que se deben poner al
servicio de la transparencia para que esta forme parte indisoluble de la
sociedad son claves para el éxito. Esos indicadores deben ser favorecidos por
una legislación hecha para todos desde el seno de la sociedad, y es aquí precisamente
donde el concurso del legislador resulta trascendental. Debe exigírsele un
ejercicio de virtuosismo y responsabilidad para poder llevar a buen puerto este
objetivo, desechando en este camino las vinculaciones y entramados existentes
innegablemente entre los poderes, no solo aquellos que los tratadistas clásicos
dilucidaron y que la Ilustración recuperó para nuestra modernidad, esto es, el
legislativo, el ejecutivo y el judicial, sino también los que más recientemente
son capaces de orientar las líneas de pensamiento social; es decir, el
económico y el de los medios de comunicación, íntimamente ligados. Nuestro
crecimiento y desarrollo como sociedad dependen exclusivamente de la
recuperación de la confianza que en nuestras instituciones se depositó, y todos
somos responsables de ello, pero especialmente aquellos que fueron elegidos
para, en representación de la ciudadanía, gestionarlas con transparencia.
La transparencia se
erige, por tanto, como el instrumento indispensable generador de confianza para
con todos los sectores de la sociedad, aplicable tanto a la política y a las
instituciones, como a las empresas, a la educación, a la sanidad, a los medios
de comunicación o a cualquier otro ámbito en que se desarrolle una actividad en
la que la sociedad se vea involucrada directa o indirectamente, puesto que será
ella la que evalúe la gestión que se hace sobre ese servicio. Demostrar la
transparencia en estos sectores es sencillo, solo requiere la aplicación de los
indicadores apropiados que la sociedad demanda. Estos indicadores reflejados
parcialmente en el “Proyecto de ley de Transparencia, Acceso a la Información
Pública y Buen Gobierno” no pueden quedar en el olvido y deben constantemente
renovarse atendiendo a los requerimientos de la ciudadanía: Vuestra
transparencia es nuestra confianza.
Mérida a 26 de enero de 2013.
Rubén Cabecera Soriano.
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