España, 13, Carrer del Percebe. (Parte ii y final).




El caso es que algunos de los que vivían allí, me refiero al ático con solárium y ascensor de uso exclusivo, además de otras… bagatelas para ellos, lujos para los demás, lograron convencer a muchos otros con los que compartían vivienda para hacerse fuertes frente a los demás vecinos, que, a los efectos prácticos, significa manipular las juntas utilizando toda suerte de métodos. Por ejemplo, enviaron misivas a todos, propios y extraños, en las que, por decirlo suavemente, se interpretaba de forma subjetiva la información facilitada tergiversando el contenido de las actas. Aún recuerdo algunos de esos escritos, hilarantes por el contenido, pero sumamente serios si no se tiene un criterio formado y si uno no ha hecho el esfuerzo de leerse las actas a las que se refieren con, podría decirse, “poca precisión histórica”. Sin ir más lejos, decían que los del quinto A, nosotros, llevábamos robándoles toda la vida, obligándoles a hacer derramas cada vez mayores. Créanme que no es cierto. Se estimó que los gastos extraordinarios que surgiesen en la comunidad serían sufragados proporcionalmente a la superficie de la vivienda y al número de habitantes y hombre, en el quinto A vivimos muchos, muchos menos, ¿quién querría mudarse a este pisito si la mayor parte de las veces hay que subir andando?, entre otras cosas. También dijeron que la piscina comunitaria resultaba impracticable por el mal uso que hacían de ella los del sexto B y los del tercero D. Menos mal que nosotros no estábamos ahí porque eso no lo habríamos tolerado (aunque reconozco que eso lo digo de boquilla). El caso es que al final consiguieron montar su propia piscina en el ático y, menos mal que conseguimos que la pagasen ellos con sus fondos, aunque consiguieron, tiene guasa, que el agua que consumían se cargase a la comunidad. Posteriormente recibimos una de esos panfletos (sin firma, eso sí) en los que decían que esa piscina la habían pagado ellos y que los demás la usábamos cada vez que queríamos. Tiene narices, hombre: yo personalmente, no he ido nunca, pero reconozco que hay compañeros míos que han estado en ese apartamento, como huéspedes, y, claro, se han bañado, faltaría más. Ya quisiera yo poder invitarles a bañarse en mi piscina si la tuviera… En fin, me atrevería a asegurar que algunos han utilizado de forma torticera el contenido de las actas de las juntas de vecinos, o eso, o yo no sé leer, que también puede ser, no digo yo que no. Y claro, por si no lo sabían, el que lanza el bulo, lleva ganado mucho y ponte luego a convencerles de que eso no es cierto, presenta las actas oficiales firmadas también por ellos, que te dirán que son falsas… En fin, un imposible para quien no quiere escuchar.

Bueno pues, la pasada junta, que se celebró hace cosa poco más de un mes, fue un tanto kafkiana, se lo aseguro. Llegaron con una propuesta que habían aprobado en la reunión de propietarios de su vivienda (todos celebramos al menos una al mes) por la que pedían quedar excluidos de los gastos de la comunidad. Ahí nuestro presidente estuvo fino, por más que confiese que no me entusiasma. Les dijo que si eso era lo que querían tendrían que devolver el ascensor, la piscina, los buzones eléctricos (sí, incluso eso consiguieron, de forma que las cartas que reciben suben automáticamente a su ático), y que deberían contratar un nuevo servicio eléctrico, suministro de agua, saneamiento y telecomunicaciones, porque los que existían eran de todos ya que entre todos los habíamos pagados y si ellos ya no querían pertenecer a nuestro bloque debían renunciar a esos servicios. Ni te imaginas cómo se pusieron: que si éramos unos ladrones, que si les coartábamos, que si les robábamos, que si nos denunciarían, etc., nos dijeron de todo menos bonitos, se lo aseguro. Después supongo que irían con esa cantinela a sus vecinos. En cierto modo, se lo pusimos en bandeja.

Hace unos días se celebró una nueva junta de vecinos, sí, aquí es así. No nos queda más remedio que celebrar al menos una al mes (como las reuniones de las viviendas), es muy cansado, ciertamente, pero como no obremos de este modo, la cosa se puede ir de madre …, más aún. Pues los del ático no asistieron, ninguno. Ya les vale, digo yo que, al menos su presidente debería haber mandado una cartita (nótese el tono sarcástico) disculpándose con cualquier excusa. Pero lejos de justificarse celebraron su reunión de vecinos el mismo día e imagina qué votaron: abandonar la comunidad. Así sin más, salió que sí, aunque me consta que tal y como se había organizado la votación, muchos se negaron a participar de aquella «farsa» como algunos de ellos la nombraron. Lo curioso fue que antes de que terminara nuestra junta nos llegó un documento firmado por quienes habían votado favorablemente, aquello estaba muy lejos de ser unánime, indicándonos que «… habían decidido unilateralmente abandonar esta comunidad». Algunos de los que estábamos allí se rieron, otros se sorprendieron porque nunca hubieran imaginado que el ultimátum con el que nos habían amenazado se consumase, otros sentimos una profunda pena, porque por muy suyos que sean (y ojo que nosotros también tenemos lo nuestro), llevábamos mucho tiempo conviviendo y eso nos acerca, nos familiariza.

Nuestro presidente lo vio claro. «Si van a jugar a eso —dijo a voz en grito— mañana mismo pedimos la devolución de todos los servicios comunes». Dicho y hecho: poco después les cortaron la luz, el agua, el teléfono, les bloquearon los desagües, etc. No sé si estaban muy confiados o qué, pero poco menos que se rieron de nosotros. Ahora bien, cuando fueron a las compañías a contratar nuevamente el servicio a su nombre comenzaron los problemas: que si no puedo darle servicio sin tener acometida propia, que si no tienen primera ocupación, que si su situación ilegal nos impide darles agua, y un sinfín de situaciones que fueron comprobando con cada una de las compañías a las que llamaron para recuperar los servicios que habían perdido. Comenzaron a difundir unas informaciones falsas con imágenes muy crueles entre el resto de bloques en las que aparecían niños malnutridos, mugrientos, vestidos con harapos, con unos rótulos bien grandes en los que nos culpaban de su situación. La verdad es que me dolió que nuestro presidente no desmintiera esas falsedades, creo que es necesario hacer pedagogía (que no es lo mismo que adoctrinar) y, aunque imagino que sus motivos tendría, sean estos loables o espurios, me hubiese gustado que se difundiese la verdad (siempre habrá quien sostenga que la verdad es relativa, pero ante eso yo afirmo que los hechos no son discutibles, tan solo su interpretación).

Ayer me llamó un amigo que tengo en el ático. Nos conocemos hace siglos. Estaba visiblemente preocupado. Decía que llevaba unos días sin ducharse y que el agua tenían que subirla por las escaleras en garrafas porque el ascensor había dejado de funcionar. Me pidió que le dejara usar mi baño. «No es para ducharme —me dijo un tanto avergonzado—. Es que necesito hacer otras cosas». No me sorprendió la petición y por descontado le facilité el acceso a mi inodoro. «Es pequeño, lo sé —le dije—. Imagino que se te hará extraño comparándolo con el que tú tienes, pero ya sabes que es tuyo cuando lo necesites…».



Imagen: Francisco Ibáñez (y un retoque personal)

Posdata.-

Uno podrá pensar que quien escriba la historia tendrá siempre la capacidad de adoctrinar al que la lea, pero una cosa debe quedar clara, si se es honrado y no se miente, los hechos, son los hechos.

NADIE entiende la historia mientras acontece.
NUNCA se reconoce la historia cuando se repite.
SIEMPRE repetimos los mismos errores históricos.
MAÑANA nos avergonzaremos y nos enfrentaremos por las consecuencias de la historia que escribimos HOY.



En el tren de Mérida a Madrid, sí, ese que tarda una eternidad en llegar, si llega, a 27 de octubre de 2017.
Rubén Cabecera Soriano.
@EnCabecera

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